Hoy nos toca postre monacal y son estas famosas yemas de Ávila. Con lo de monacal no nos referimos a que sea un postre típico de Mónaco, si no a esas elaboraciones artesanales realizadas en los conventos y los monasterios de toda España. Nos dice la historia que cuando una novicia ingresaba en un convento llevaba consigo su propio recetario familiar. Una vez allí iban haciendo elaboraciones para su consumo propio como parte del día a día. Iban mejorando las recetas y experimentando sobre ellas en la comunidad, salvaguardándolas también del paso del tiempo. Pero las congregaciones no viven sólo de la caridad. Unas se dedicaban a la artesanía, otras cosían y hacían arreglos de tela y otras usaban sus mejores recetas para la venta al público y he aquí la clave de como han llegado a nosotros muchas de las recetas que conocemos hoy en día.
Ingredientes:
- 12 yemas de huevo
- 200 g de azúcar.
- 150 ml de agua.
- 1 palo de canela
- Piel de 1 limón.
- Azúcar glace para rebozar.
Preparación:
- Hacemos un almíbar poniendo al fuego el azúcar con el agua, la canela y el limón, hasta que hierva suavemente y espese.
- Retiramos la canela y el limón.
- Colamos las yemas y las añadimos sobre el almíbar.
- Trituramos con una batidora o turmix para que no queden trazas de huevo y la masa sea más homogénea.
- Ponemos esta mezcla de nuevo al fuego suave y removemos constantemente hasta que la preparación se desprenda de las paredes del cazo.
- Hay que tener cuidado de que no hierva para que no se cuaje el huevo y se nos haga una especie de tortilla-hormigón armado.
- Ponemos la masa en un recipiente para que enfríe.
- Cuando esté completamente fría vamos dando forma a las yemas, haciendo bolitas no muy grandes.
- Las pasamos por azúcar glace y las ponemos en cápsulas de papel para servir.
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